Independientemente de cómo veo a mi vida, o de cómo experimento mis estados espirituales, pareciera ser que algo muy fundamental ha brotado en estos últimos años. Por falta de otro término adecuado, llamo a este elemento directriz de la vida y transformación: “nuestra precisión”.
Quisiera empezar con algunos ejemplos básicos.
Es claro, por ejemplo, que si alguien solamente usa un automóvil para andar a una velocidad de 20 kilómetros la hora, no es necesario tener una máquina muy sofisticada o muy precisa en su comportamiento, aceleración, y capacidades de enfrentar curvas o cuestas.
Pero si uno quisiese o las circunstancias demandasen andar a 200 kilómetros la hora, o a una mayor velocidad, obligatoriamente necesitamos un automóvil con una gran precisión. En particular, los frenos deben ser más sofisticados y fuertes. Los amortiguadores deben operar en forma inteligente. El motor debe estar calibrado para no perder su equilibrio frente a una curva u otra situación geográfica.
En resumen, a mayor velocidad se necesita mucha mayor precisión.
Aparecen varios factores, o formas causales, de transformación rápida que nos obligan a tener mayor precisión en todo lo que hacemos y en todo lo que somos; esto se aplica incluso a nuestra espiritualidad.
Si entendemos a la espiritualidad--entre otras cosas--como un proceso de refinamiento progresivo de nuestra mente, esto nos dice que a mayores niveles de refinamiento de ella se necesita una mayor precisión en todas nuestras prácticas espirituales (en que la regularidad de la práctica también está incluida en este elemento o espacio de precisión).
Este fenómeno y proceso lo conocemos muy bien en el ámbito de las escuelas iniciáticas, como es el Kriya Yoga y muchas otras. Está el primer nivel de Kriya, el segundo, el tercero etc. Cada uno de estos niveles nos lleva a estados sutiles más sofisticados y puros, los cuales a su vez necesitan de un mayor nivel de precisión para ser despertados, engendrados, practicados y auto-realizados.
Ejemplos de estos factores que influencian la demanda por una mayor precisión son:
(i) el cambio en la conciencia colectiva y el aumento de nuestras capacidades de transcender a niveles cada vez más sutiles y sofisticados;
(ii) el gran desarrollo de nuestra interdependencia y conectividad entre los seres humanos, la naturaleza y el espíritu, que nos hace más conscientes de los impactos externos a todo nivel; y
(iii) la velocidad y complejidad de los procesos de cambio tecnológico, institucional y organizacional en todas las dimensiones de la vida humana (Interna y externa! Individual y colectiva!), lo que nos abre a nuevas fronteras donde la realidad se hace cada vez más sofisticada.
Naturalmente hay otros factores más personales (nuestro pasado, formas alternativas de karma), culturales (nuestros valores y creencias), étnicos (nuestro ADN tribal), e históricos (el pertenecer a raíces en el espacio y el tiempo), que dan la variabilidad concertante a este tema de “la precisión”, reafirmando siempre su existencia universal –en todos y en todo--en tanto diversa, evolutiva, y arraigada a nuestra cotidianeidad.
Evidentemente, que “la precisión” es también un aspecto clave en todas las actividades humanas como es el caso de la medicina, ingeniería, arquitectura, agronomía, aviación, física, química, economía, finanzas, etc. La falta de precisión puede significar una gran calamidad para las personas individualmente como para las comunidades que son afectadas por la actividad humana.
Cada una de estas profesiones esta engendrada en una semilla espiritual que es la que gobierna este proceso progresivo de mayor precisión evolutiva. Por ejemplo, la semilla espiritual de la medicina es la auto-realización de la vida en todas sus formas. La semilla espiritual de la arquitectura es la auto-realización del espacio en todos sus posibles sentidos. La semilla de la agricultura es la auto-realización de la Ley Natural. Y así sucesivamente. Estas semillas brotan en nuestro interior, crecen en muchas direcciones y arrojan frutos en cada instante de nuestras vidas.
En la práctica de la medicina, en general, y en la cirugía médica, en particular, todos sabemos que ha habido grandes avances en el instrumental que se utiliza. Y mientras más sofisticadas sean las demandas de tipo médico, mayor debe ser la precisión que se alcanza.
Lo mismo aparece en el mundo de las finanzas cuando todas las fronteras están abiertas y, lo que pasa en un país o continente, afecta a todo el mundo. Nuestra interconexión e interdependencia son tales que los movimientos financieros a nivel nacional e internacional se reparten y repercuten en todas partes del mundo. Mayor precisión es necesaria en estos momentos si vamos a salir de la crisis económico financiera que estamos viviendo hoy en días.
Las obras de arquitectura son cada vez más imponentes en nuestras ciudades (edificios de más de cien pisos, antisísmicos) porque tenemos que acomodar, no a cientos de habitantes, pero a millones de habitantes que ocupan los espacios demográficos de nuestras metrópolis. No hay duda que estas obras arquitectónicas necesitan de una gran precisión para así evitar calamidades o accidentes.
Si uno lo quiere poner de otra manera este tema de la precisión, es mi experiencia meditativa la que me dice que pareciera que los impactos que tienen las “imprecisiones” –las acciones imprecisas, por decirlo así-- son mucho más grandes hoy que en el pasado, a pesar de toda la sofisticación tecnológica que se ha alcanzado. Y a medida que más gente viaja de un lado a otro y que hay mas habitantes en nuestro planeta, todos somos requerimos de una mayor precisión coherente y equilibrada en relación a las formas y estilos de vida que hemos adoptado en nuestro planeta.
Quizás, lo importante de notar ahora es que este concepto de “precisión” también esta inmensamente envuelto y engendrado en todos nuestros procesos de transformación espiritual, no importando cual sea el nivel espiritual que tengamos o que creemos ya hemos alcanzado.
La regla fundamental de la evolución espiritual es que para alcanzar mayores niveles de auto-realización espiritual, se necesita una mayor precisión; hasta llegar a un punto en que uno tiene la capacidad de experimentar “la geometría perfecta” de la vida material y espiritual y de calibrar minuciosamente los instrumentos espirituales a los cuales nos hemos comprometidos.
La evolución de nuestras vidas en el tiempo y el espacio también muestran la importancia de la precisión y lo que significa estar alejados de esta precisión. Por ejemplo, a medida que uno se envejece, los espacios de equilibrio perfecto, o adecuados, son cada vez más angostos y pequeños. En lo más práctico del argumento, un resfrío a los 25 años, por ejemplo, tiene un impacto muy diferente de un resfrío a los 75 años. Decir esto es como establecer algo que es francamente obvio, pero debo decirlo.
A medida que envejecemos hay una demanda muy grande de precisión a nivel físico, mental, emocional, y espiritual. Esto hay que reconocerlo abiertamente y tratar de ver cuáles son los pasos a seguir para no sufrir los impactos tan negativos cuando esta precisión de la que hablo no está disponible en una situación determinada.
Hay que notar, además, que hoy en día estamos siendo interferidos por muchas enfermedades del cuerpo, de la mente y del alma. En cierta forma, estas enfermedades son el resultado directo y proporcional a la distancia que existe entre la precisión que tenemos (poseemos) y la precisión impecable que deberíamos tener. Mientras la distancia es mayor, seremos interferidos por más enfermedades. Igualmente, si hay una demanda por una precisión inmensamente más ajustada en relación a una determinada enfermedad, es una realidad que tan solamente un pequeño desajuste a dicha precisión nos enfermará rápidamente. Esta diferencia de precisión se aplica a innumerables situaciones de la vida humana.
Hay muchas actividades humanas de nuestra vida diaria dentro de las cuales el reconocer y establecer esta precisión es importantísimo.
Una de ellas es el lenguaje, el discurso, los mensajes y la comunicación: La Palabra. Recuerden la frase bíblica: en el principio existía el Verbo!! Es por eso que un lenguaje que esta vacío de una precisión determinada no es solamente un lenguaje incorrecto sino que además es muy peligroso. Y la precisión en el caso del lenguaje (interno y externo) es doble: una dimensión es la del que emite los mensajes –contenido-- y la otra es la del que recibe los mensajes --contenedor.
Y así, se pueden nombrar otras dimensiones de este tema de la precisión tan importantes como nuestra intención o forma de pensar, nuestras acciones y comportamientos, nuestros esfuerzos y atención, como nuestra concentración e instrumentos de transcendencia espiritual (como son la meditación, la oración, y la contemplación); TODAS las cuales necesitan de una precisión única y sofisticada.
Todo lo que se está explicando aquí es que la vida cotidiana (como comer, cocinar, limpiar, saludar, mirar, oír, tocar), y nuestros procesos de transformación humana (individual y colectiva), a todo nivel, no están soportando hoy en día un margen de error muy grande. Este margen de error que podríamos llamar “aceptable” parece ser cada vez más pequeño.
La palabra “precisión” viene del Latín: “praecisio”. Esto significa entre otras cosas sacarle, cortarle, limarle lo que no debe existir, lo que sobra, a “algo”.
Si uno ve lo que dicen los diccionarios acerca de la palabra precisión, hay varias dimensiones y connotaciones que son importantes de notar:
1. La precisión como la no variación en relación a un estándar definido y determinado. Un acto acertado con precisión.
2. La precisión como la exactitud que las cosas, acciones y transformaciones necesitan o están definidas por ella.
3. La precisión como la habilidad y la cualidad (atributo) de una cosa en el estado que esta cosa debe ser o estar.
4. La precisión como el refinamiento, como proceso, como si uno estuviese ajustando un lente de una cámara fotográfica (no estar fuera de foco). Y,
5. La precisión como el proceso que es meticuloso, que sigue un estándar, y las acciones que tienen o se rigen por una forma de moral, ética o comportamiento.
Cada una de estas connotaciones merece una reflexión profunda y meditativa.
Vale la pena compartir con ustedes los antónimos más cercanos a la palabra precisión; estos son: estar equivocado, cometer un error o poseer un margen de error, que falte algo o estar incompleto, una imperfección, etc.
Espiritualmente hablando, la precisión es una cualidad o un estado del ser que hay que auto-realizar. No somos más precisos porque no tenemos la experiencia de ese atributo de la evolución espiritual.
Es por eso que practicamos a veces.
Es por eso que nos comprometemos a veces.
Es por eso que tenemos los deseos de avanzar a veces.
Así como una vez hablamos del protocolo de la vida y como la violación del protocolo crea innecesariamente karma negativo, una falta de precisión en nuestra evolución espiritual también nos liga a la Gran Ley Del Karma.
Es importantísimo que seamos más precisos. Es decir, que auto-realicemos la precisión en todos sus estados. Al auto-realizar esta precisión veremos y experimentaremos niveles más sutiles de nuestras vidas.
Muchos de nosotros sabemos que las distintas formas de respiración son precisamente un instrumento de precisión y rigor. Los mantras también lo son. La oración como es El Ave María encierra grandes elementos de precisión, particularmente si son meditativos y no solamente repetitivos. Finalmente el silencio es el instrumento más poderoso para encontrar la precisión última que es la precisión que acompaña a nuestro Dharma—nuestra misión en la Tierra.
Todos estados del Ser tienen una precisión única y definida.
Para aumentar los procesos de precisión he creado un mantra que podrían todos repetir juntos 108 veces:
OM RTAG RTAG
OM ZHIB PHRA
OM TATHYA
OM ZUDDHA
OM APTA
OM DHAIRYA
OM SAMNIYAMA
OM YATHARTHATA
OM TIURA
SOHA
Con amor y total dedicación a la humanidad,
CHO`1 TAB KHEN ZAMBULING